La no educación
De un tiempo a esta parte, pero sobre todo recientemente, vengo dándome cuenta de las enormes carencias que tenemos como sociedad; como conjunto en general. No hablo de determinadas generaciones, ni señalo a nadie en concreto.
No planteo aquí la típica cuestión de edad que supone a ciegas que todo lo anterior -incluido nosotros mismos-, era mejor que lo actual. No soy tan arcaica. Sencillamente digo que, en general, existen muchos individuos muy distintos, pertenecientes a generaciones muy diversas, que no aprueban en esto del civismo, la cortesía, la urbanidad, el sentido común, el saber hacer o como quieran llamarlo. Yo lo llamo educación, pero claro, he aquí el problema. ¿Qué es la educación? ¿Son títulos enmarcados colgados en la pared?, ¿Son relaciones sociales e influencias?, ¿Es el sitio de renombre donde estudiamos?, ¿Acaso es dinero? Me parece que la respuesta a esta pregunta sí tiene que ver con los tiempos convulsos en que vivimos, pero paso a paso.
Después de elaborarlo mucho y desde mi punto de vista de antropóloga, llego a la conclusión de que, a pesar de que cada uno pueda identificarlo con la idea que quiera, lo cierto es que educación sólo es una cosa; y educación es ese importantísimo legado de valores éticos, morales y culturales que los seres humanos supuestamente debemos traspasar generación tras generación. Este legado debe incluir además normas básicas de convivencia, de cordialidad, de amabilidad, así como la instrucción en habilidades personales, en identificación de emociones y sentimientos, en autoconocimiento, en empatía para con los demás, en comunicación asertiva, manejo de conflictos, toma de decisiones y un largo etcétera, sin olvidar además, la consecución y el desarrollo de una mente que elabore pensamiento crítico y constructivo, necesario para los miles de problemas diarios de diversa índole, que enfrentamos cada día de nuestra vida.
Bien. Como ven, en ningún momento hablo de Matemáticas, Filosofía o Lengua, sólo por citar algunas. Y con ello, antes que se adelanten, no estoy menospreciando la importancia de las materias en sí, ni mucho menos. Soy una persona que ama el conocimiento. Pero también soy una persona que ama el buen uso de ese conocimiento y la importancia, si me dan a equilibrar su peso en una balanza, de la bondad, la ética o la amabilidad, por encima de materias o ciencias concretas.
Dicho esto, miro a mi alrededor, observo, analizo, pienso y siento en mis propias carnes la falta de ese legado. Me abruma; me inquieta; lo reconozco, me sobrepasa. Me doy cuenta que una mayoría apabullante entiende educación como formación; hablan de estudios y sus mentes sólo ven instrucción donde deberían ver herencia cultural. No es algo que se pueda tocar, pero sí se puede sentir. Es una verdadera distinción de la persona; eso que con el paso de los años se transforma en la elegancia del hacer, de las formas; en la elegancia de ser…
Si es cuestión de los tiempos que vivimos, será porque el legado se ha ido menospreciando. Y si eso es así, es porque lo hemos consentido. Porque nos parecen más interesantes las apariencias, el prestigio o el dinero (y que se salve quien pueda). Será porque el tiempo y su prisa han hecho mella en las mentes de algunos que gritan a los cuatro vientos que el barco de la vida se hunde y tonto el que no corra. La no educación se ha convertido para algunos en un estilo de vida, contaminando y envenenando todo lo que tocan a su paso.
La educación no es un anacronismo y podemos evitar todo ese dolor social que provoca, porque lo provoca. Y si no, recapitulen: hablar gritando, reírse de los demás y del sufrimiento ajeno, inmiscuirse en la vida de los otros, no dar las gracias o los buenos días, ser groseros, mezquinos, interesados o egoístas gratuitamente y sin pudor… Y no creo que haga falta seguir. Seguro que me entienden.
Aun así, los que me conocen saben que poseo un optimismo y una fe casi desgarradora. Y por eso pienso que todavía es posible volver a retomar ese legado, establecer una convivencia en equilibrio y armonía; mantener la calma que todos buscamos y necesitamos para llevar una vida sana, basada en el respeto propio y mutuo. Todos sabemos lo que hay que hacer. Pongamos de nuestra parte y empecemos hoy mismo.