Satisfacción inmediata y economía mental
De todos es sabido que históricamente hemos mirado de diferenciarnos del mundo animal. Incluso en épocas medievales nos habíamos llamado “el rey de la creación”. Todo esto concatenado con la idea del geocentrismo y Teo centrismo etc., etc. Se hablaba y documentaba de muchas maneras la diferencia entre nosotros y el resto de los animales.
Por ejemplo, se argumentabas sobre nuestra capacidad moral y la distinción entre el bien y el mal, la capacidad de actuar por amor y sacrificio por encima de la propia vida y otras muchas cualidades como el llamado entonces “razonamiento superior” que supuestamente nos hacían mejor y superiores a los animales. Una característica sutil que se mencionaba era la capacidad de posponer nuestra satisfacción inmediata. Es decir, en aras a la convivencia o a la propia Conservación, por cuestiones educativas o formales, el hombre es capaz de satisfacerse más tarde o satisfacerse menos.
Otra de las características que supuestamente nos diferenciaban del mundo animal era también nuestra capacidad para realizar desarrollos cognitivos largos y elaborados. Podemos decir que, aunque la ciencia premia lo que se llama parsimonia, es decir, la simplicidad en los enunciados, lo cierto es que es bastante complejo el desarrollo de cualquier ley o teoría que después puede aplicarse por ejemplo en el mundo tecnológico.
Así pues, dos características, entre muchas, representan o representaban la diferencia entre el mundo animal y el hombre: la capacidad de posponer la satisfacción y la capacidad de elaborar razonamientos complejos y prolongados.
Sobre esta última capacidad diferencial, ha surgido ya hace bastantes años una corriente que podemos llamar “economía mental”.
Se trata de reducir al máximo el razonamiento o lectura de forma que sea inmediatamente asequible. Lógicamente la reducción del razonamiento en extensión y profundidad se relaciona directamente con el otro principio que nos distingue que es la satisfacción inmediata. Porque si logro que mi mente tenga que trabajar menos y por lo tanto estoy en el Marco de la economía mental y los razonamientos son más cortos y menos profundos también estoy obteniendo satisfacción inmediata sobre mis capacidades cognitivas.
En resumidas cuentas, aquello que es corto, rápido y fácilmente asequible, no demasiado profundo, nos da la sensación de que hemos aprendido o nos hemos informado realmente de algo y por lo tanto genera satisfacción por la meta-cognición es decir la observación que hacemos de nosotros mismos en un balance ya que hemos alcanzado cierta información o cierto conocimiento de forma muy breve e inmediata, y sin demasiado esfuerzo.
Es curioso que la aparición de internet y en concreto todas las redes sociales obedezcan a este nuevo principio, la economía mental que se basa justamente en la inmediatez, la rapidez y lo que no dura demasiado porque es aburrido escucharlo y profundizar en ello.
Así que aquellas características que nos habían diferenciado tanto se han reducido y para mí representan una nueva forma de dominación. A saber, en el medioevo las formas de dominación era considerar a dios el centro de todo (teocentrismo) y por lo tanto el infinito castigo y el rechinar de dientes que se derivaban de la mala conducta moral era la forma básica de dominación.
Actualmente esto ha caducado y nos hemos explicado a nosotros mismos que somos seres totalmente libres. Es curioso que nos convenzamos de esto cuando tenemos a millones de personas que pasan hambre y sed y no sé qué clase de libertad disfrutan, y al mismo tiempo la cantidad de mileuristas que circulan por el mundo que apenas tienen para vivir y pagarse algún pequeño capricho, algún viajecito o compra que encima les da la sensación de ser libres.
Y en esa explicación de que somos seres totalmente libres además ya tenemos otra idea instalada: somos muy sabios porque tenemos información rápida y disponemos de redes sociales que nos informan y en realidad lo que ocurre es que nos sueltan cualquier tipo de información que puede ser conveniente o devaluada, de rápida adquisición que obedece al principio de la economía mental que parece que nos va a dar mucha satisfacción, pero que al final representa una distorsión de la realidad y una disminución de mis capacidades cognitivas e informativas.
Y de hecho esa satisfacción inmediata caduca prontamente, porque hemos olvidado algo que habíamos aprendido y es que aquello que se logra con cierto esfuerzo, sí que proporciona una satisfacción superior que habíamos llamado felicidad. Nos hace libres la verdad y auténtico conocimiento trabajado, no la prontitud y la economía mental.