Depresión, cómo entenderla
Es un gran reto exponer en un artículo, como se nos muestra la depresión, un trastorno tan grave que nos lleva al derrumbe absoluto de nuestra integridad emocional, psicológica y física.
Es muy difícil empatizar con una persona en estados depresivos si no se ha sufrido de estados parecidos. Una persona sana, optimista, positiva y alegre le va a ser dificultoso entender porque su hijo, hija, padre, madre, marido o esposo, etc., están como están, en este estado tan pesimista, derrotista y negativo, en definitiva, que niegan cualquier acción de alegría y de vida.
En este articulo intentaré exponer cómo se sienten, qué piensan, qué les pasa por la cabeza, y entonces quizás, sin ser terapeutas, podremos generar la comprensión de qué es lo que les está sucediendo.
El deprimido es una persona que ha tirado la toalla, que ha decidido dejar de luchar, dejar de generar ilusiones y expectativas, dejar de tener proyectos de vida, es una persona que ha dejado de tener interés por la vida y en algunos casos por su propia vida.
Por ello inicialmente hay que distinguir, si en el deprimido, existe la ideación suicida, este aspecto nos lleva a extremar las medidas de seguridad para evitar que lleve a término sus ideaciones y ponerlo en manos de especialistas, lo que dificulta, a los no terapeutas, comprender el porqué de sus acciones, digamos todo y así, que en la Depresión severa podemos exponer la terminología de las técnicas de la terapia cognitivo conductual, activando mecanismos de su estabilidad y recuperación, y entender que es lo que les sucede.
Los primeros factores de predisposición a sufrir una depresión son los genéticos y biológicos, los Traumas infantiles, y los esquemas o estructuras disfuncionales, como ciertos rasgos de la personalidad.
Por otro lado, están los factores desencadenantes, las perdidas reales o percibidas.
Por lo que inicialmente veríamos aquellas personas que sufren estos estados depresivos, por ser congénita, hereditaria o por ser reactivas, es decir como reacción a una perdida, catástrofe o serie de situaciones vividas.
La sintomatología va desde la tristeza y la ansiedad, hasta los trastornos cognitivos de la memoria y distorsiones de la realidad etc., sin olvidar los intentos de huida mediante las evitaciones o el suicidio y los trastornos del sueño, la agitación o la lentitud.
Los síntomas depresivos son consecuencia de la visión negativa distorsionada de sí, del mundo y del futuro.
Para poder entender y comprender, como se sienten y que es lo que les pasa por la cabeza, cuáles son sus ideas y pensamientos que los llevan a estas cavilaciones y a esa percepción distorsionada de la realidad. La Terapia Breve Estratégica los agrupa en cuatro tipologías, cuatro formas de tirar la toalla y rendirse, por si mismo, por los demás, por el mundo o por todo ello a la vez.
- El deprimido radical.
- El iluso desilusionado de sí mismo.
- El iluso desilusionado de los demás.
- El deprimido moralista.
Veamos pues cada uno de estos cuatro tipos de deprimido.
El deprimido radical
Está bloqueado en un estado generalizado de desanimo, sin fuerzas. Diríamos tener “las pilas agotadas” y esto lo lleva a un estado de renuncia ante el mundo.
- Tiene un profundo sentimiento de renuncia porque no se siente a la altura de la situación.
- Su percepción lo lleva a pensar que siempre se ha sentido insuficiente e incapaz.
- Ha dejado de intentar hacer cualquier cosa para salir del problema y lo ha dejado estar ya que él tiene la convicción de que no lo va a conseguir.
- Sintiéndose tan incapaz, piensa o espera que los demos lo hagan en su lugar y la mayoría han dejado de pensar en ser ayudados, la renuncia los lleva a la inactividad.
- Hay un profundo desanimo que va entre, el sentirse incapaz y el ser desafortunado.
El deprimido radical siente que son demasiadas las cosas que no funcionan en él y parece que cree que todo esto se debe a sus características genéticas (o familiares, o de su naturaleza). Y tiene la certeza de que no puede actuar, de otro modo, siempre ha renunciado, incluso a las pequeñas cosas de la vida diaria.
“Usted se rinde delegando, pero esto no le ayuda, porque la situación empeora: la renuncia, por otra parte, es un suicidio diario.”
El deprimido radical: es víctima de sí mismo.
Tiene una creencia original: yo siempre he estado equivocado.
Tiene una creencia que lo mantiene: yo estoy equivocado, los demás y el mundo es correcto… y feliz.
Su actitud ante la vida es la de: renuncia delegando, que lo hagan otros.
El iluso desilusionado de sí mismo
Está defraudado de si mismo y ya no confía en él mismo. Eso lo hace resignarse a cualquier acción, rendirse y renunciar.
- Tiene el convencimiento que, de siempre, pero seguro que desde que ocurrió “aquello”, que ya no es capaz.
- Tiene la sensación que solo le afecta a él y la gente de su entorno no están afectadas.
- Cree que él ya no está a la altura de la situación y que ahora se le muestra muy difícil.
El iluso desilusionado de sí mismo… tiene la certeza de que, desde que le ocurrió aquello, que cree que no supo gestionar, ha descubierto que ya no es el que pensaba que era. Ha descubierto puntos débiles… El descubrimiento le ha sorprendido y desilusionado tanto que ya no puede confiar más en sí mismo.
- Se ha rendido frente al problema.
- Espera la ayuda de los demás, que lo hagan.
- Cada vez que él renuncia a intentar hacer lo que debería esperando la ayuda de los demás, está peor.
Comprendemos entonces que él cada vez que renuncia a intentar salir del problema. Con la estrategia de rindiéndose en la espera de que los demás hagan algo, está peor.
El héroe Aquiles desprotegió su punto débil. Murió por la presunción de que no tenía puntos débiles.
El iluso desilusionado de sí mismo: es víctima de sí mismo.
Tiene una creencia original: yo soy capaz.
Sus fracasos lo han llevado a la nueva creencia: he tenido la prueba de no ser lo que pensaba.
Para ello lo que intenta, lo que hace es: renuncia rindiéndose.
El iluso desilusionado de los demas
Inicialmente esta persona no tenia problemas con la gente, hasta que llegado a un punto que confió en ellos, estos lo decepcionaron, le fallaron. Según él, los demás le han desilusionado.
- El problema existe desde un momento concreto o situación social de su vida.
- El problema afecta a toda la sociedad que se ha relacionado o ha tenido relación con él.
- Le parece que los demás, llegados a un punto, han pretendido demasiado de él.
- Ha dejado de intentar afrontar los problemas y situaciones y se ha rendido.
- Piensa que se las soluciones nunca llegarán. Y delega desconfiando que los demás encuentren la solución.
En definitiva, este es su pensamiento:
Yo no caigo bien a los demás, pero ahora los demás no me caen bien a mí.
El iluso desilusionado de los demás es víctima de los demás.
Tiene una creencia original: Una utopía positiva, o “No hay, o no debería haber, problemas con los demás…”
Hay otra creencia la de la ruptura de esa utopía: los demás me han traicionado o decepcionado, los demás me han llevado al sufrimiento, por la decepción, superficialidad, ingratitud, maldad…
Intenta la actitud en la vida de: renunciar, rindiéndose y delegando en los demás la solución a su problema.
El deprimido moralista
Está en lucha con su propio pensamiento, con largas divagaciones y conclusiones, para él. El mundo ha dejado de ser como debería ser, él se considera una persona justa y lo mejor que puede hacer frente a este mundo, es apartarse, y dejar paso, Se siente victima del mundo.
- Desde un cierto punto en adelante las cosas ya han dejado de funcionar.
- Cuando se encontró frente a “esta dificultad”, al no ver resultados decidió renunciar.
- Ha renunciado deliberadamente y cree ahora les toca a ellos hacer algo por el mundo.
- Se encuentra en esta situación de sufrimiento tras un acontecimiento preciso, del que ya no se ha recuperado.
- Ha intentado afrontarlo, solo mentalmente, hasta que ha renunciado deliberadamente.
- Sin embargo, su combate con el pensamiento ha salido derrotado en lugar de cambiar la situación.
- Tiene la convicción de ser una persona que se define como correcta, que siempre ha creído que los demás lo eran, hasta que ya se ha dado cuenta de que las personas no son tan intachables.
- Ahora se siente como un combatiente derrotado y le ha dado al mundo el poder de destruirlo.
El deprimido moralista siempre ha creído ciegamente que, al ser una persona irreprochable, también lo iban a ser los demás; que también los demás tendrían que serlo, exponiéndose a una condición de gran fragilidad, en sustancia dando poder a los demás.
Ahora está tan mal que su decepción original ya no tiene nada que ver con el original, sino que se ha extendido hasta hacerle creer que, en las personas, sociedad, mundo, no hay nada que salvar, En otras palabras, su extremada corrección se ha convertido en su jaula.
Se sentirá usted, como un combatiente derrotado, en los animales hay presas y depredadores, piénselo…
El deprimido moralista es víctima del mundo.
Tiene una creencia original, una utopía negativa que se mantiene, o: yo estoy en lo cierto.
Esta creencia se incrementa con: Yo estoy en lo cierto, es el mundo el que está equivocado y tendría que ser diferente…
En la vida intenta la solución de: renunciar a nivel práctico, pero sigue combatiendo con el pensamiento pretendiendo que el mundo sea diferente.
Bien, con este articulo deseo haber puesto un poco de luz sobre el tema de la depresión, y aportar un conocimiento a todos aquellos familiares, amigos y allegados de alguna persona que este en esta situación, y que ello os sirva para empatizar, para comprender, para aceptar su situación, y poderlo ayudar, aunque sea con eso, con la aceptación y la comprensión de su sufrimiento.
Podéis adquirir más conocimientos sobre los trastornos de la depresión en:
- “Las caras de la depresión” de Emanuela Muriana, Laura Pettenò y Tiziana Verbiz.
- “Terapia cognitiva de la depresión” de Aaron T. Beck, John Rush, Brian F. Shaw y Gary Emery.