El poder del erotismo
Ya sé que siempre parto del mismo punto, pero ahora entenderán por qué. Hablar de conceptos sin definirlos previamente me parece entrar en un absurdo que a la larga tiene consecuencias negativas.
Es importante saber el prisma con que se miran las cosas. Sólo así podemos entrar en la auténtica visión de quien comparte. Y eso precisamente es lo que voy a hacer. Compartir mi visión y mi concepto del erotismo. Con su permiso, claro.
Sin quitarle su parte obvia sexual –a la que luego me referiré-, el erotismo es la expresión de la fuerza creativa interna que todo ser humano posee. Mi aproximación a este concepto es más bien clásica, la de energía vital o incluso la de energía sensorial. Esto pasa a su vez por incluir no sólo experiencias positivas o de placer, sino también negativas o de dolor. Al fin al cabo, todo concepto se define desde varios planos, ¿no creen? Placer y dolor son dos caras de una misma moneda. No habría una sin la otra. O, mejor dicho, yo creo que se entiende la una a través de la otra.
Vistas así las cosas, si el erotismo es una energía vital, estaríamos hablando entonces de una característica o una propiedad inherente a todo ser humano. O a todo ser vivo. Bueno, tampoco quiero alargarme o el tema seguro se me irá de las manos. Pero básicamente, si desmenuzamos esta idea un poco más, lo que estamos haciendo es definir la identidad esencial o trascendental de todo individuo. Una perspectiva de existencia única e individual donde encontramos ideas, capacidades, sensación de pertenencia y por ende un sentido de vida, que no es poco.
Ahora bien, esta energía encuentra su desarrollo en el mundo actual, es decir, en la cultura del exceso que hemos creado, en la cultura del dinero, de la abundancia, de la estridencia y del abigarramiento más absoluto.
¿Consecuencias? Sí claro, todas las que quieran y más. Pero yo resaltaría una; un sujeto desligado completamente de sí mismo. ¿Acaso no es este mismo mundo del que hablo el que nos ha embotado con todas sus exageraciones y exacerbaciones? Yo diría que sí y de ahí el hilo de mi argumento. Y es que nuestros sentidos se han desbocado. Se han encontrado a sí mismos en una cuesta abajo que parece no tener fin. Y en este panorama, ¿dónde queda nuestra identidad vital? Entiendo que deambula por ahí esperando algún día volver a encontrar su sitio.
Así que sí, el erotismo se relaciona íntimamente con la vida. Nunca mejor dicho. Pero creo que al final no estamos ni en tablas, porque nos hemos privado a nosotros mismos de una esencia hermosa con la que originariamente nacimos. Nos hemos quitado un regalo por así decirlo a golpe de utilitarismo y materialismo. Qué “quijotada”. Al menos, me reconforta saber que no es cosa solo de españoles.
Por otro lado y recuperando el componente sexual del erotismo encontramos fantasías, deseos y comportamientos entre otras cosas. Es decir, también identidad, puesto que hablamos de nuestra expresión más pura e íntima pero en el plano físico. Aquí se me viene a la mente el refrán que dice que “no sólo de pan vive el hombre”. Ya cada uno que le dé su propio sentido.
Pero como decía, el erotismo así visto es comunicación, es relación, es contacto. Si me aprietan mucho una forma de poder. Y es que no es sólo lo que hacemos, sino cómo lo hacemos. De ahí su intensidad y su empuje. Es una forma de revelación de nuestras emociones más profundas. Yo creo que es un recurso latente en el interior de todos nosotros, esperando ser divinamente explotado. Ay Señor... Si lo tenemos todo en nuestras propias manos, ¿cuándo aprenderemos a jugar todas nuestras cartas?