En este artículo vas a conocer la diferencia entre estar decidido y estar comprometido a hacer algo, y cuál es el ingrediente que te está faltando para generar mayor determinación en lo que te propones.
Tengo la costumbre de empezar mis sesiones de coaching con la pregunta “¿Qué es lo que quieres conseguir al finalizar esta sesión?”. De por sí, no es una pregunta fácil de contestar pero tampoco es una pregunta demasiado difícil. Su nivel de complejidad y dificultad dependen de cuán alineado estés con lo que quieres y tus objetivos.
Es por eso que algunas personas a las que les hago esta pregunta no me saben contestar o directamente me contestan lo primero que se les cruza por la cabeza con la esperanza de que no les reitere la pregunta.
A veces cuesta creer, pero son muchas las personas que, aún siendo adultas, no tienen claramente definido lo que quieren conseguir. Por lo general, están más enfocados en lo que no quieren. Pero mantener este curso es una total pérdida de tiempo. Carecen de dirección. No han tomado una verdadera decisión aún sobre lo que realmente quieren. Alejarse de lo que uno no quiere no es la manera de acercarse hacia lo que uno quiere. Si alguien te pregunta qué es lo que quieres de la vida, ofrecele una respuesta clara y específica.
Y si aún no estás preparado para tomar una decisión o simplemente no quieres, quédate tranquilo que de todas maneras lo estás haciendo. La indecisión es también una forma de decidir. Si no puedes decidir, estás decidiendo continuar con el statu quo, y estás manifestando la intención de querer seguir experimentando esta indecisión.
Así que, visto desde esta perspectiva, estás obteniendo exactamente lo que te has propuesto: mantener las cosas así como están, todo producto de una falta de decisión. Esto es ley de atracción en su nivel más primitivo. Si estás buscando más de lo mismo, obtienes más de lo mismo.
No pretendas vivir en un mundo en el que para lograr cambios no necesitas tomar una clara decisión hacia dónde quieres ir. Es tu responsabilidad, y como tal tiene su peso. Pero no dejes que la carga te desanime. Tienes el honor y el privilegio de contar con la libertad de poder elegir y tomar decisiones. Agradece el hecho de que tienes el poder para elegir hacia dónde puedes llevar tu vida.
Pero hay una diferencia entre tomar la decisión de hacer algo y tener la determinación necesaria para lograrlo. Decisión y determinación son dos cosas distintas. ¿Sientes que te falta determinación en las cosas que te propones? ¿Has sentido alguna vez el poder de la determinación?
Estar realmente determinado a conseguir algo es respaldar al 100% una decisión tomada. Y para esto, hace falta incorporar un ingrediente extra a la toma de decisiones que he omitido hasta ahora. Y es el de aceptar las consecuencias a corto y a largo plazo de las experiencias que quieres manifestar.
Por ejemplo, si tienes el objetivo de convertirte en un millonario, tienes que aceptar y estar preparado para lidiar con las consecuencias de convertirte en un millonario. De lo contrario, no es un objetivo factible. Es una mera fantasía. Para realmente comprometerte a convertirte en un millonario, primero debes de considerar varias cosas: la forma de administrar el dinero, la forma en que ese dinero va a alterar tu estilo de vida, las diferentes maneras de mantenerlo y las complicaciones y responsabilidades que eso trae, etc.
Así que si lo que buscas es un mayor grado de determinación en cuanto a la búsqueda de tus objetivos, es fundamental tener la disposición de visualizar y aceptar todas aquellas consecuencias que tú percibes como negativas e integrarlas a tu objetivo. Entiende que si no logras aceptar las posibles consecuencias de una decisión, no hay forma de que te comprometas a hacer nada. Tu nivel de compromiso y determinación están inexorablemente ligados con tu capacidad de aceptación.
Si no logras aceptar las posibles consecuencias de una nueva relación de pareja, entonces no estás comprometido con tu objetivo de encontrar una pareja.
Si no puedes aceptar las posibles consecuencias de multiplicar tus ingresos, entonces no estás comprometido con tu objetivo de multiplicar tus ingresos.
Si no estás en condiciones de aceptar las posibles consecuencias de bajar de peso, entonces no estás comprometido con tu objetivo de bajar de peso.
Siguiendo con este último ejemplo, estar comprometido con el objetivo de bajar de peso es aceptar que vas a tener que comprar ropa nueva que se ajuste a tu nueva figura; es aceptar que vas a recibir más atención del sexo opuesto (o del mismo dependiendo de la orientación sexual); es aceptar que vas a tener que mantener una dieta estricta; es aceptar una nueva serie de ejercicios que vas a tener que mantener de forma consistente. Si no aceptas este tipo de cosas, nunca lograrás bajar de peso.
Ponerse un objetivo sin aceptar sus posibles consecuencias negativas es como decidirse agarrar un extremo de una regla sin aceptar o ignorar la existencia del otro extremo. El otro extremo de la regla no va a dejar de existir, así que mejor acéptalo.
Una vez que logres integrar tus predicciones a tu objetivo y estés en paz con esto, tu determinación y compromiso aumentan. Intenta recordar algún objetivo en el que no te hayas notado del todo comprometido y recuerda: ¿Eras conciente de las posibles consecuencias negativas?, ¿Estabas en condiciones de ACEPTAR esas consecuencias? ¿Te sentías a gusto con esas predicciones?
Si te resistes a las consecuencias de tus deseos, estás bloqueando su manifestación en el mundo real. Sea cual sea tu objetivo, aceptar sus desventajas es clave para tu compromiso y determinación.
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