Quiero abrir este debate a colación de lo sucedido en el evento Being One, celebrado en Madrid entre los días 12, 13 y 14 de mayo de 2017.
Como puede que sepáis, ha habido un fiasco de organización. Se han pagado de media 300 euros por las entradas, con algunas escalando a más de 1000 euros por estar en zonas VIP. Todo con la excusa de que venían grandes nombres del desarrollo personal a nivel nacional e internacional. La organización desplazó el evento de Madrid Arena, donde estaba previsto que se realizase, a una plaza de toros.
Ha coincidido con una oleada de frío y con clima lluvioso, por lo cual hubo grandes molestias mientras se guardaba cola por las dificultades de acceso. Una vez en el interior, el ambiente era pésimo: mal aclimatada la plaza, con humedades y zonas apestosas, apenas podía oírse a los ponentes... Con lo cual, la gente comenzó a reclamar su dinero de vuelta en medio de las charlas, cuestión que un ponente trató de reconducir para darle el toque buenrollero de que a veces hay que afrontar adversidades e imprevistos para salir adelante. Eso el viernes.
En fin. El día siguiente, cancelación repentina e inexplicable, aunque al parecer abrieron las puertas de nuevo y admitieron gente unas cinco horas después de lo previsto. Y de hoy no sé nada. Los medios ya se hacen eco de una estafa por este evento.
En otra nota, pero en el mismo orden, tenemos la prostitución que se está haciendo de términos como libertad financiera, nomadismo digital y emprendimiento. Cada vez se vuelve más clónico el asunto: personas intentando destacar por ser diferentes, pero haciendo todas lo mismo. Los mismos postureos, los mismos tipos de viajes, de contenidos y de maneras de comunicar. Las mismas estrategias de publicidad y de ventas.
Y somos nosotros los que alimentamos esa máquina, por consumir sus contenidos, productos y servicios.
Por apoyar su trabajo, antes que servirles de piedra de toque.
Yo mismo digo en uno de mis posts, llamado "Joder Caperucita, ¡cómo cambió el cuento!", que hay medios muy legales para hacer vida nómada, negocios por Internet y todas esas cosas, sin necesidad de vivir del cuento, de pervertir significados ni de posturear.
Arremeto contra el pensamiento cerril y ovejuno que hay actualmente en torno a estas tendencias, a pesar de que entiendo su atractivo y su tirada. Comprendo el efecto psicológico que hay detrás: es verle una salida a una ratonera en la que creemos estar atrapados, y cuando vemos a otra persona que supuestamente logra escapar, nos sentimos bien... Porque sentimos como si lo hubiéramos hecho también nosotros.
Es un truco del cerebro. El mismo que justifica el consumo de gameplays (vídeos de gente jugando a algo que nos gustaría jugar a nosotros), retransmisiones de eventos deportivos o cualquier tipo de pornografía: porque se activan las mismas zonas cerebrales y los mismos centros del placer que si fuésemos nosotros los que hacemos aquello que presenciamos.
Y en esto, encuentro que cada vez más personas comparten mis opiniones y experiencias. Aunque la mayor parte de esta gente es del palo "vive y deja vivir", y suelen decir que nos preocupemos de hacer bien lo que nos toca y miremos a lo que vendrá. Con suerte podremos influir en ello lo suficiente para no caer en una moda igual o peor.
¿Qué os parece todo esto, personalmente?
Un abrazo, familia.