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La presbicia es tan frecuente en nuestros días que se la ha llegado a considerar “normal” y propia del proceso de envejecimiento, como si el hecho de pasar de los cuarenta años de edad conllevara, necesariamente, ver mal.
Asimismo, se la considera una dolencia irreversible y que se irá agravando con el tiempo, requiriendo cada vez el uso de anteojos con mayor graduación. Sin embargo, para la medicina natural, las cosas son afortunadamente muy diferentes. Personalmente, puedo decir que durante veinte años he aplicado tratamientos a base de ejercicios y dieta a miles de personas; y afirmo, sin ningún tipo de dudas, que la presbicia se recupera, que no deviene con la edad, sino con los malos hábitos, y que se puede mantener una buena vista hasta una edad muy avanzada y/o hasta el fin de la existencia. Quizás se necesite un poco más de iluminación (la mejor entre las artificiales es la antigua luz de filamento) y también por supuesto no se podrá leer a la velocidad con que se lo hacía a los veinte años. En Oriente, desde hace varios siglos, y en Occidente, a partir de los trabajos del oftalmólogo norteamericano William Bates en 1926, se conocen numerosas técnicas que previenen y/o recuperan la vista. Muchas de ellas están basadas en ejercicios oculares que entrenan la musculatura responsable de la acomodación del foco sobre la retina. A principios del siglo XX, el doctor Adrián Vander, padre de la medicina naturista moderna, dijo: «Podría admitirse que es en la presbicia donde se hace MÁS PATENTE la influencia perjudicial de la vida antinatural y del mal uso de la vista. Es un hecho perfectamente demostrado que los hombres de la antigüedad, así como los de la Edad Media, raramente tenían defectos visuales, incluso aquellos que estudiaban o leían afanosamente durante muchas horas al día.» (Y yo añado: a veces a la luz de las velas; y eso que el doctor Vander no conocía el uso de la computadora). En el caso específico de la presbicia, la oftalmología convencional considera que se produce por el endurecimiento o pérdida de la elasticidad del cristalino o lente intraocular. Se entiende entonces que, siendo el cristalino menos elástico, se vea dificultada la tarea de los músculos encargados de modificar su forma para poder enfocar de cerca. Para la medicina natural, la presbicia se debe a cuatro factores que, en general, actúan juntos y en diferente proporción. El primero es el ya mencionado endurecimiento del cristalino. En este sentido, la medicina natural investiga, como le es característico, cuál es la causa de dicha pérdida de elasticidad. Y concluye que la misma se debe a la mala alimentación, especialmente al abuso de cereales refinados, azúcares, etc. El “avance” de la tecnología produce alimentos cada vez más artificiales y refinados, con efectos funestos para el organismo. Por ejemplo, en el caso de los cereales, se les quita la cáscara, que contiene las vitaminas, minerales y fibras, dejando el almidón, que desprovisto de su cáscara es desdoblado fácilmente por las enzimas digestivas, lo que favorece su abrupta entrada a la circulación corporal en forma de glucosa y otros hidratos de carbono. Peor aún, para hacer los alimentos más atractivos, se reducen a polvo muy fino antes de darles una forma definitiva (galletitas, copos, golosinas, etc.), lo que todavía acelera más su digestibilidad. Esta afirmación es válida también para los cereales integrales, los cuales, al ser reducidos a polvos impalpables, producen casi los mismos estragos en el organismo; y dado que el organismo no está preparado para recibir dichos polvos, estos producen un shock de glucemia al ser absorbidos de forma muy rápida. Dicho de otra manera, si usted ingiere una galleta integral, o un pan integral (ultra refinado), ambos, al llegar al estómago, vuelven a adoptar su condición de polvos impalpables. He visto muchos casos de consumidores de estos productos —como por ejemplo las galletas de arroz integral— que tienen seriamente afectada su vista por el consumo de dichos “alimentos”. El cuerpo humano no posee barreras naturales que impidan este ingreso masivo de glucosa; y al recibirlo, desencadena el proceso de aumentar la secreción de insulina, cuya función básica es facilitar la entrada de glucosa en el interior de las células del organismo. Esto, por supuesto, ocurre también en el ojo, donde, al ingresar, irrita inicialmente la conjuntiva —conjuntivitis,, blefaritis (ver en este foro) común en los niños debido a las golosinas— y luego penetra en el cristalino. Esta lente natural intraocular no posee vasos sanguíneos en su interior, y realiza su metabolismo absorbiendo el oxígeno y los nutrientes del medio ambiente intraocular que lo rodea (humor acuoso y humor vítreo). Si la oferta de glucosa es muy grande, también aumenta la cantidad que absorbe el cristalino, provocando que, con el tiempo, éste pierda su elasticidad y también se “nuble”. Son procesos que duran muchos años, y en los cuales los ojos se defienden de esta intoxicación excretando sustancias en forma de lagañas, etc. Cuando el abuso de dichas sustancias aumenta, las nubes del cristalino se van concretando hasta producirse la catarata. Es decir que la catarata, a mi juicio, debería de considerarse como una etapa avanzada de la presbicia, ya que el cristalino pierde elasticidad y finalmente se opaca por el abuso del mismo tipo de sustancias. El glaucoma, dolencia producida por el aumento de la presión intraocular, se debe también al abuso de este tipo de sustancias que, finalmente, dificultan tanto la circulación ocular que terminan aumentando la presión dentro del ojo. Esto ocurre, presumiblemente, a nivel de una pequeña redecilla intraocular denominada trabéculum. Todas estas dolencias son perfectamente prevenibles y, en su mayoría, recuperables con una dieta y ejercicios adecuados. Es de destacar también que hay alimentos naturales que contienen altas cantidades de fécula, como son la papa (22%), la batata, la banana y la mandioca, que hay que consumir en cantidades muy pequeñas, o directamente no consumirlas. Una de las medidas terapéuticas para evitar la presbicia es reducir sensiblemente la ingesta de alimentos refinados (harinas blancas, arroz blanco, golosinas, azúcares, etc.) o cualquier preparación que los contenga. El segundo factor patógeno se refiere a las tensiones psicológicas de las sociedades modernas, especialmente en las grandes urbes, donde, estadísticamente, se comprueba la aparición mucho más temprana de la presbicia. Estas tensiones inciden sobre la musculatura ocular responsable de la acomodación del foco sobre la retina. La presbicia no sólo involucra al músculo ciliar, el cual se ocupa de modificar la forma del cristalino, sino también a los seis músculos externos del ojo que modifican la longitud del mismo. Los cuatro músculos rectos que toman a cada globo ocular por arriba, abajo, derecha e izquierda, actúan de forma sincronizada; por ejemplo, al tensarse el recto superior, se relaja el recto inferior (y la vista se dirige hacia arriba), o si se tensa el recto derecho, se relaja el izquierdo (la vista va hacia la derecha). En cambio, si por el estrés se tensan inconscientemente al unísono, producen el efecto de acortamiento del ojo, impidiendo el normal funcionamiento de los músculos oblicuos (mayor y menor), cuya función, siempre en combinación con los otros músculos oculares, además de llevar el globo ocular hacia las diagonales, es alargarlo. La doctora Margaret Corbett, fundadora de la Escuela de Educación Visual, Los Ángeles, California, explica: «La tensión es la causa de no poder leer; y en el caso de la presbicia, la tensión simultánea de los cuatro músculos rectos que acortan el ojo. Cuando están relajados, gracias a una mente tranquila, los dos músculos opuestos, los oblicuos, pueden realizar la tarea de alargar el globo ocular, lo cual posibilita leer con facilidad, comodidad y sin esfuerzo. Aun en el caso de que el cristalino haya perdido algo de su elasticidad, la acomodación puede completarse por medio de los músculos externos del ojo. Los ojos que hayan perdido esta capacidad, pueden ser reeducados para adquirirla nuevamente». El tercer factor se refiere al forzamiento que hace la persona para intentar ver bien cuando, por las causas mencionadas, comienza a perder la capacidad de lectura. Esto llevó al doctor Adrián Vander a establecer, hace ya varias décadas, que la presbicia es una dolencia que se agrava por sí misma (si no se hacen los ejercicios y la dieta adecuados). Por último, el cuarto factor se refiere al uso de anteojos, un adminículo del que se ha abusado muchísimo en el último siglo y que es el responsable del agravamiento acelerado que experimentan la presbicia y otras dolencias de la vista. La mayor inmovilización que producen los anteojos sólo lleva al deterioro muscular, pues se suplanta su función, haciendo que la dolencia avance cada vez más. Con el tiempo, también se deteriorará la capacidad de enfocar en la distancia, haciendo necesaria la prescripción de anteojos para ver de lejos. El hecho que se ve menos cuanto más se usan anteojos es percibido por la mayoría de los pacientes. Y es francamente notable que la mayoría de los oftalmólogos indique que los anteojos deben usarse todo el tiempo, en lugar de sugerir al paciente que los use sólo cuando es estrictamente necesario. Dado que el cristalino y el globo ocular modifican su forma mediante músculos, resulta fundamental activarlos con ejercicios que los relajen y entrenen. Quizás si Usted es una persona muy mayor requerirá mejorar la iluminación, o leer más despacio. O tal vez no pueda leer fácilmente ese prospecto médico en que hay mil informaciones en un papelito de 10 x 10 cm. En este caso puntual podrá usar una lupa. Pero el resto del tiempo (99%) se las podrá arreglar sin anteojos. Con un tratamiento basado en ejercicios oculares y algunas correcciones en la dieta, la presbicia no solamente se puede prevenir, sino que también es fácilmente reversible, pudiéndose mantener una vista saludable y natural hasta una edad muy avanzada. De todas maneras, y sólo para dar una idea, podemos decir que en la gran mayoría de los tratamientos, tras un mes de trabajo, se produce una mejora muy notoria. El progreso es muy rápido: lo primero que se recupera es la visión de lejos (en caso de que se haya perdido) y luego la de cerca. Por citar un ejemplo típico, una persona que requiera anteojos para leer con aproximadamente dos dioptrías, puede recuperar la totalidad de su vista en tres meses, aunque hay pacientes que lo logran en menos. Esto, tomando como base una práctica de veinte minutos diarios. Por supuesto, si las prácticas se alargan, los tiempos se acortan. Luego hace falta, como hemos señalado, un mantenimiento mínimo; quizá solamente cinco minutos al día, el mismo tiempo que dedicamos a los dientes. Los ejercicios están detallados en mi libro "Comer bien para ver mejor" y son muy sencillos. Pero por supuesto la ayuda de un instructor que se los enseñe facilita mucho las cosas. Dr. Raul Flint www.drflint.com.ar |
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