Este título es el que corresponde a un pequeño libro salido al mercado muy recientemente coincidiendo con el primer aniversario de los atentados de París.
El autor es el marido de una de las víctimas mortales de los atentados, una mujer joven con la cual tenían un niño de 1 año y medio.
Explica cómo se va sintiendo en el día a día, desde que se entera de la noticia de los atentados, de la muerte de su mujer, hasta el día del entierro; y cómo va viviendo cada momento poniendo como centro de su vida a su hijo, al cual debe seguir cuidando y manteniendo en su rutina como si no hubiese sucedido nada.
El título resume muy bien su contenido. En una carta que figuradamente escribe a los terroristas, les dice que no conseguirán que los odie; que sí,tendrá dolor, pero no odio y que tampoco va a transmitirle el odio a su hijo, al cual ha decidido seguir educando desde el amor y la libertad, tal y como habían hecho su madre y él hasta el momento.
Cuenta cómo las madres de la guardería ponían cara de pena al verlo llegar, pero cuando veían cómo el niño jugaba y se reía entonces ponían cara de normalidad.
Es un libro que me parece recomendable porque hace reflexionar, y mi reflexión es la siguiente:
Como padres, tenemos en nuestras manos la decisión de qué queremos transmitirles y enseñarles a nuestros hijos: a odiar o a amar.
Y para ello, nosotros somos el primer ejemplo.
Estoy convencida de que tanto el odio como el amor se transmiten como una cadena y que si cada niño que crece lo hace con la semilla del amor dentro, a su vez la transmitirá a los que le rodea. Si ésto sucede con muchos niños,la red será muy grande y seguirá creciendo progresivamente más y más.
Si elejimos el odio, la cadena se producirá igualmente, pero en sentido contrario...El amor genera más amor y el odio genera más odio.
Detengámonos a pensar responsablemente como padres: ¿qué elejimos para nuestros hijos?