El principal problema que se tiene que abordar siempre es el del intrusismo laboral. Os pongo un ejemplo.
Recuerdo en una ocasión haber recibido Reiki por parte de un tipo tan ausente y descentrado que parecía totalmente ajeno a mi presencia. En más de una ocasión, yo mismo tuve que recuperarle de donde quiera que se hubiese marchado su presencia y su conciencia. No me transmitió nada, y su contacto físico no parecía estar en sintonía con mi cuerpo y mis dolencias de aquel momento. Su actuación, aunque afín a la pautada, no fue correcta.
¿Qué quiero decir con esto? Que hoy en día, cualquiera saca quince billetes y se compra unos cuantos cristales y un libro, y hale. Se lía a dar terapias.
Sin tener afinidad con ellas, o tan siquiera, un interés real por una práctica correcta. Personalmente no puedo dejar de callarme sobre estas cosas, ni por el para mí estúpido motivo de tratar de aparentar humildad. Me dí cuenta en su día, de que si uno se calla cuando aborda situaciones de este tipo y tolera la mediocridad y la falta de interés de los demás por dar lo mejor de sí mismos, entonces, no estará siendo un buen ejemplo para nadie.
Cuando uno deja de tolerar las payasadas y a la gente descentrada, entonces puede centrarse por sí mismo, porque ya tiene unos estándares de referencia. Cuando yo mismo soy incapaz de ayudar a una persona, me evalúo para ver qué estoy haciendo para no estar presente y centrado en la experiencia. No es una cuestión de que lo que aplique a veces funciona y a veces no. Si está bien hecho, y es correcto y viene del lugar del que tiene que venir, no hay posibilidad de fallo que no sea otra que mi pobre aplicación.
No estoy a gusto con que se comparta un montón de información que luego se queda únicamente en eso, porque la experiencia y la motivación, el conocimiento trascendente y la capacidad para operar con esa información no llegan nunca. No estoy de acuerdo con que la gente lea montones de materiales, citas motivadoras, mensajes inspiradores, y pasen a cobrar a otras personas una tarifa sin preocuparse en ningún momento por su propio trabajo interior. Cosa que tristemente sucede mucho. DEMASIADO, diría yo.
A partir de ahí, por supuesto que crecerá la tendencia a que la sanación del futuro contemple mucho más de lo que contempla la actual. Pero primero tenemos que dejar de impedirnos a nosotros mismos ser grandes para no pisarles los deditos a los demás. No puedes ser un ejemplo sobre brillar si escoges atenuar tu propia luz para no cegar a nadie.
Un abrazo familia.