Es complicada la cosa. Esta no es sólo una pandemia física, sino también emocional, dado el aislamiento que el confinamiento ha supuesto para muchas personas, el duelo de otras, y el miedo generalizado, tanto por nuestra salud como por nuestra economía. En cualquier caso, el contacto físico siempre es una cuestión a pactar entre terapeuta y cliente. Creo que muchos terapeutas, los hacen de manera implícita, observando las necesidades del cliente, pero en estas circunstancias creo que es bueno hacerlo explícito.
Como psicoterapeuta lo que me preocupa es como poder dar la seguridad al cliente de modo que la sesión se pueda desarrollar de la manera más provechosa. La cuestión es que los psicoterapeutas tenemos la responsabilidad de darle a cada uno lo que necesite de nosotros según nuestro criterio profesional, pero también sin ponerlo en peligro de manera innecesaria.
Yo hasta mañana no empiezo con las sesiones presenciales, de manera que en realidad no sé como irá la cosa. En cualquier caso, espero que el buen criterio no me abandone, porque todos lo vamos a necesitar. Personalmente no me imagino trabajando con guantes y mascarilla: aunque todos seamos potencialmente contagiosos hoy en día, eso es algo que un psicoterapeuta nunca le puede dar a entender al cliente. Sin embargo, si que me pondría la mascarilla si fuese el cliente quién me lo pidiese.
Por otra parte, como más nos curremos la higiene del local y personal previamente a la sesión, más seguros nos sentiremos también los terapeutas.