Las energías no son buenas y/o malas, todas son buenas y existen con un propósito claro en tu vida. Todas las energías que diferenciamos es la misma energía y lo que la hace diferente es su frecuencia vibratoria.
Mientras más alta sea la frecuencia vibratoria de tu cuerpo energético menos enfermedad, incomprensión, odio, etc y más salud, equilibrio, armonía, felicidad, prosperidad y amor tendrás en tu vida.
Por el contrario, mientras más baja sea tu frecuencia vibratoria atraerás a mayor cantidad de energías bajas y densas, sea éstas, larvas, desencarnados, espíritus invasores o cualquier otra densidad. A menor frecuencia vibratoria mayor densidad en tu cuerpo, que se traduce a un sin fin de sinsabores: enfermedades, dolencias, tristezas, depresiones, infelicidad, ira y enfados, obstáculos y caminos cerrados, etc y, sobre todo, desconexión con tu propio espíritu y tu alma.
Vivimos en el mundo de las emociones, sí; pero, podemos elegir qué emociones tener y sentir. Claro está, cuando tus cuerpos sutiles están invadidos por esas energías densas se te hace, prácticamente, imposible elegir puesto que son ellas las que deciden por ti.
Esos estados emocionales que te provocan no eres tú, es tan solo el resultado de haberles abierto la puerta a tus cuerpos y, además, haberlos alimentado y dado poder.
El estado natural del ser humano es el equilibrio, la armonía y, en consecuencia, la felicidad. Todo lo que se salga de ese equilibrio y armonía, que no te provoque tranquilidad, paz y felicidad, no eres tú.
Para poderlo entender mejor pensemos en el agua de un río que corre velozmente. Sin embargo, en un recodo de la orilla hay parte que está siendo frenada. Con el tiempo ese agua quedará estancada y dentro emergerán nuevas formas de vida adecuadas a su vibración, adecuadas a su estancamiento, Este agua estancada sigue siendo el agua del río, es la misma agua, aunque a otra frecuencia vibratoria distinta.
Y, esto mismo, sucede con tus cuerpos sutiles. No damos importancia a las emociones desorbitadas que tenemos. Es normal tenerlas, saltan para ser sentidas y para que aprendamos de ellas, no para dejarnos arrastrar por ellas bloqueando, limitando, frustrando y empobreciendo nuestra vida.
Así que, es necesario limpiar nuestros cuerpos, chacras, auras y canales pero también es necesario ser responsables de que, nosotros, damos permiso a esas impurezas en nuestros cuerpos a través de nuestros pensamientos y emociones.
A veces, algunas energías nos acompañan desde hace tantos años que nos reconocemos en ellas. Personas que, sin el miedo, por ejemplo, que les ha acompañado desde niños, no se reconocen. "Soy así", se suele decir. ¡Nada más lejos de la realidad¡ Puede que, durante la infancia tuvieras un shock emocional que desarrollara el miedo y la energía densa del miedo invade tus cuerpos haciendo que tu cuerpo físico y energético baje su nivel de frecuencia vibratorio, convirtiéndose ambos en un hotel gratuito para un sin fin de energías densas. Pero, eso no eres tú. Cuando vayas a limpiarte todas esas energías se trasmutarán, salvo la entidad que surgió y se alimenta de ese miedo, la primera que reconociste y que lleva toda la vida contigo. No se trasmutará hasta que reconozcas que ya no te sirve, que no la necesitas.
Cuando la persona decide limpiarse debe hacerlo con deseo de querer liberarse tanto de lo inconsciente como de lo consciente, libertarse de todo aquello que la esté impidiendo progresar y ser feliz; aunque eso suponga abandonar ese miedo o cualquier otra cosa que se reconozca como parte de su personalidad pero que esté limitando su vida.
Una limpieza supone pasar unos días con altibajos emocionales para, después, ir pasando progresivamente a la calma, al equilibrio, la armonía, la luz, y la apertura de caminos; esto permitirá que puedas, realmente, hacer gala de tu libre albedrío para elegir la vida que deseas para tí.