¿Cómo afrontar la depresión de un ser querido?
Son muchas las circunstancias que surgen en nuestra vida que generan gran tristeza o decepción y en ocasiones, la gran dificultad que se tiene para gestionar este tipo de emociones, termina por generar un trastorno depresivo.
El trastorno depresivo invade toda la vida de la persona. Aspectos personales, familiares, sociales e incluso laborales, se ven alterados por las circunstancias negativas vividas. Todo ello conlleva un desajuste en la vida del sujeto, en su autoestima, en su forma de percibir la realidad así como en la valoración de su futuro.
Un aspecto importante a destacar es el entorno familiar, pues no solo supone un factor a tener en cuenta por la gran importancia que conlleva en el transcurso de la enfermedad, sino porque además, la valoración que los miembros de la familia hagan de la enfermedad y los recursos personales con los que disponen para ayudar a la persona afectada son de vital importancia.
Muchos familiares o amigos, en especial los más cercanos a la persona afectada, sufren un desgaste emocional terrible ya que no siempre disponen de los conocimientos suficientes para entender el trastorno y saber cómo actuar para el beneficio del paciente.
La pérdida de placer prácticamente por todo, las dificultades para mantener una conversación positiva o para conciliar el sueño, la indecisión continua, los pensamientos catastróficos y negativos así como el estado de ánimo bajo durante prácticamente la mayor parte del día, hacen de la convivencia un momento de gran angustia. Se presentan situaciones muy conflictivas y de difícil manejo para los cuidadores.
Es frecuente que ellos (los cuidadores) necesiten apoyo psicológico y explicarles las características de la enfermedad pues, si no empatizan con el enfermo, la situación se vuelve complicada. En muchos casos las personas más cercanas no son capaces de comprender lo que le ocurre, y menos tras escuchar y valorar las razones o las circunstancias que le han llevado al afectado a esa situación.
Fases por las que suelen pasar los cuidadores
Es relativamente común el paso por distintas fases de los cuidadores de los depresivos. En un primer momento, asustados por ver en un estado de ánimo tan bajo a su ser querido, se vuelcan en su ayuda dando sus mejores consejos y asumiendo prácticamente todas las responsabilidades del día a día que ellos van suprimiendo por desgana o apatía. Tristes también por la debilidad que proyectan, ayudan en todo lo que pueden con el único fin de que el paciente mejore, pero esto no siempre ocurre o al menos no en un espacio de tiempo relativamente corto.
Poco a poco, y tras observar solo cambios muy pequeños o en el peor de los casos nulos, el cuidador comienza a sentirse agotado y sin medios para poder sacar adelante a su familiar o amigo, hecho que le genera gran frustración y que puede verse reflejada en un comportamiento menos paciente, más agresivo, irascible ante el enfermo e incluso de rechazo hacia él. Asimismo, es común poder llegar a pensar que la persona se ha acomodado a la situación y que no hace nada por salir de ella, su desgana y falta de iniciativa o escasa toma de decisiones hace plantearse al cuidador qué sentido tiene todo el tiempo que invierte en ayudarle.
Debemos ser conscientes como cuidadores que podemos sentir todo aquello que en líneas anteriores hemos descrito, es normal, pues existen depresiones que no solo agotan al enfermo porque su duración es larga y de gran intensidad, sino también a las personas de su entorno íntimo. Por ello se hace imprescindible conocer las características de la enfermedad y protegernos ante las consecuencias de ésta.
Características del trastorno depresivo
Es importante recordar que:
- La depresión es un trastorno psicológico grave que, aunque no parezca existir una causa real o que justifique la misma, es la percepción negativa y catastrófica que el paciente tiene de su situación presente y futura la que lo mantiene.
- La voluntad de la persona queda reducida al mínimo, por ello, no es que no quiera hacer cosas ni salir de la depresión, sino que más bien en ese momento son tantos los factores que afectan a su estado que no puede, quedando así subordinado a su trastorno.
- Si hubiese podido salir de esto ya lo hubiese hecho porque no hay nadie más interesado que él/ella en hacerlo. Hay que tener presente, que son distintos los aspectos que se deben modificar para que este hecho se produzca.
- No es culpable de lo que sucede, pero si responsable de hacer pequeños cambios para que la modificación de su estado de ánimo se dé.
- Poco a poco apórtale pensamientos alternativos más adaptativos a los suyos, ya que estos son negativos y catastróficos.
- Si algún día te encuentras más débil para afrontar las conductas o pensamientos depresivos, delega y pide ayuda para que seas capaz de desconectar al menos durante unas horas de ese ambiente.
- Evita atender a sus comportamientos depresivos y premia los que se acerquen hacia un comportamiento mejor, por pequeños que sean.
- Anímale a recibir ayuda psicológica si ves que el cambio no se da, porque no está solo en esto, hay profesionales que pueden ayudarle.