Amor, relaciones de pareja y caminos de vida
En las relaciones de pareja que no acaban de conectar desde un estado independiente y sano, que no funcionan con equilibrio y libertad, suele haber una demanda exterior, y una dependencia implícita, que se le traspasa al compañero o a la compañera de viaje. Es como esa exigencia infantil, esa necesidad inconsciente, del niño a la figura materna o paterna, que se alarga en el tiempo y donde no se ha cortado aún el invisible cordón umbilical.
Dos personas dependientes pueden ser dos cojos que se aguantan uno al otro y, al principio, puede parecer que caminan bien juntos, pero la realidad es que, si uno se aparta porque quiere andar con sus dos piernas o quiere más espacio, el otro se tambalea y pierde el equilibrio, incluso puede caerse y sentirse como si la vida se acabara.
Dos cojos juntos, donde cada uno pone una pierna y una muleta, no es sano ni hay libertad.
- ¿Nos planteamos, realmente, para qué sirve una pareja o compartir o vivir en pareja?
- ¿Nos ponemos en pareja porque toca?
- ¿Por imitación a los padres?
- ¿Nos ponemos en pareja porque seguimos la corriente de los demás?
- ¿Para no estar solos?
- ¿Para no estar con nosotros mismos?
- ¿Para compartir gastos y materialismo?
- ¿Para tapar debilidades o necesidades personales?
- ¿Para qué crear una familia?
- ¿Nos planteamos el por qué y el para qué queremos estar en pareja?
- ¿Para pedir amor o para regalar amor?
- ¿Por qué hoy en día, en occidente, hay más separaciones que uniones?
- ¿Para qué queremos compartir la vida con una pareja?
Desde un estado independiente, equilibrado y adulto, es adecuado aprender a caminar con las dos piernas junto a la pareja, que también camina con sus dos piernas y, a partir de ahí, todo lo que se ofrecen son regalos y no dependencias ni ataduras visibles e invisibles. Cada uno libre ofrece desde su libertad de dar. Podríamos decir que cada uno se hace responsable de su propia felicidad interna y que todo lo exterior es un plus que resuena con la propia felicidad.
Reacciones, comportamientos y sentimientos
Dentro del trabajo personal a trabajar, reparar y cambiar, hay indeseables reacciones en la edad adulta, y comportamientos inadecuados, dentro de la cotidianidad familiar de pareja, que pueden surgir sin freno de heridas de la infancia, que se activan, con descontrol, sin control racional, cuando se tocan ciertos resortes y creencias sentimentales infantiles. Estas reacciones pueden estar impregnadas por un halo profundo de tristeza, rabia, enfado, vacío, injusticia, traición, necesidad, falta, frustración, instintos de supervivencia de huida o ataque...
También, dentro de éstas interacciones conflictivas y diferencias conyugales, puede salir a flote capas de debilidad como la baja autoestima, celos, no sentirse deseado, las cicatrices de enfado sobre sensaciones de rechazo, la falta de atención y reconocimiento, falta de cariño, caricias, abrazos, besos. Hay como un no ser mirado. Una colocación como de no ser visto, de ser menos, poco importante, no escuchado y un no ser aceptado. Indiferencia vital y faltas en diferentes grados subjetivos...
Puede aflorar un estado de lucha y reivindicación constante, un esconderse, un sentirse invisible, una baja confianza como persona, y por ende en la vida, por falta de valoración positiva y constructiva que, al final, proyectamos, injustamente, sobre la pareja de manera inadecuada, porque pertenecen a creencias, que nos creímos internamente en su día, y que inconscientemente hicimos nuestras, pero, ahora, al reaccionar no tienen razón de ser porque, sencillamente, no es real y no le conviene ni a uno mismo, ni al otro, ni a este pequeño paseo por la vida.
El papel del terapeuta
Es aquí donde entra el acompañamiento del terapeuta que, a raíz de diferentes dinámicas y ejercicios en consulta, y constelares, se abre la puerta para transformar la impronta del pasado mental y emocional en un nuevo resentir (sentir de nuevo), conforme a la realidad y potencial actual, y la creación de un presente limpio, escogido y por descubrir día a día. Un nuevo camino donde transitar con uno mismo y desde uno mismo, con pareja o sin pareja, desde una independencia, un amor propio, mutuo y compartido, con convicción interna y responsabilidad personal.
Cuando comprendemos de donde vienen las reacciones, los desajustes y el desorden, y lo trabajamos, la transformación crea una nueva realidad ante mí, ante la pareja, ante los demás y ante la vida. Porque cuanto más me permita quererme a mí mismo, más voy a poder compartir ese amor hacia el exterior.
Me ocupo de reconocer el pozo de amor que hay en mí, y de ahí puedo invitar a muchos vasos de amor, cubos, bañeras o piscinas. Lo importante es saber y sentir que ese amor que hay en mí nunca se acaba porque es un estado del ser. El estado del ser está despierto desde la conexión y la conciencia de sentirte vivo.
En cambio, valorarse por el exterior es un error porque estarías a merced del exterior como una marioneta que a veces está contenta y otras está triste, se siente bien o mal, según el exterior. Claro que está bien aceptar lo que uno quiere del exterior y disfrutarlo, pero como un regalo y no como una necesidad.
Visualizando estos cambios en una pareja
Parece lo mismo pero todo cambia. Imagínate, visualiza una pareja, donde cada cual no está demandante del otro, sino que está abierto a dar al otro cuando lo sienta, desde la libertad, sin estar obligado, porque cuida de su propio amor pero a la vez alimenta al otro desde la elección de hacerlo.
Pues esta relación, dentro del espejo que es la pareja, se reflejará más la luz de ambos que no la sombra de ambos. Habrá en la balanza un equilibrio que mantendrá esa fuente de intercambio en ese andar sin muletas, uno al lado del otro, y ofreciéndose espacios mutuos y expresándose amor. O sea, alimentar el yo, el tú y el nosotros. Un viaje de realización.
Evidentemente, modelamos lo que hemos visto y vivido ante la referencia de nuestros padres, y nuestros padres de sus padres... Por tanto, hay esa impronta temprana, ya que el niño hasta los 7 años es una gran esponja de modelar, más un inconsciente generacional que ejerce una mezcla de energía familiar colectiva, y donde a través de un trabajo personal metafórico y profundo, con comprensión, constelación, descompresión, auto convicción, confianza, desarrollo, apertura y aprendizaje positivo y constructivo, podemos romper las cadenas de la fidelidad familiar inconsciente. Donde recapitularemos, y después, desde el trabajo personal transformador, nos respetaremos a nosotros mismos y a los demás desde la libertad, y lo mío será mío y lo tuyo será tuyo, ya, en el ahora, para sentirnos libres, independientes, sin cargas a la espalda, y poder construir algo nuevo desde este presente inmediato, con el corazón abierto y predispuesto. Tomamos nuestra merecida decisión renovada, con amor, confianza, alegría, espontaneidad, creatividad y responsabilidad personal.