¿Qué clase de ansiolítico es la comida?
La alimentación está íntimamente ligada al presente que vivimos. El mundo no se para en nuestra mente mientras estamos comiendo. De forma que, si no atendemos la forma de relacionarnos con la propia alimentación, lo que sentimos, seamos o no conscientes, se servirá en el mismo plato de comida.
Apagamos el fuego de las emociones llevándonos algo a la boca. Lo hacemos muchas veces. Comemos cualquier cosa en el intento de calmarnos, incluso antes de llegar a la mesa. Y realmente lo que ocurre es que perdemos la oportunidad de disfrutar de un plato de la comida sana y equilibrada que sí tendría la capacidad de hacernos sentir mucho mejor.
¿Por qué? ¿Qué clase de “ansiolítico” es la comida?
Comer es alimentarse uno mismo. Igual que lo hacen una buena madre o un buen padre, lo ideal es que nos queramos bien, que nos cuidemos, que respetemos nuestro cuerpo, que procuremos velar por nosotros mismos.
¿Por qué entonces comer mal, comer mucho o incluso elegir cosas que nos hacen daño? ¿Qué placer puede haber en intoxicarnos? ¿Nos queremos bien?
Como en tantas otras cosas, escondemos la cabeza en falsas creencias enterradas en la cultura, en el aprendizaje de la infancia, en un ambiente que hemos imitado sin cuestionarlo. El apetito es un reclamo para atender nuestras necesidades, las básicas y también las que incluyen la realización personal.
La comida podría ser un sustituto de la tranquilidad interior que se necesita, del proyecto que no culmina, de la salida que no se encuentra, de la autoestima que no se alcanza, del amante que no está, del afecto que no se siente. Podría,... pero no lo es.
Sea que estemos llenando el estómago con lo que sea o que nos martirizarnos con las dietas, si sólo atendemos el menú olvidando la persona que lo come, seguiremos errando el camino.
Puede que comer para calmar la ansiedad resulte eficaz durante un tiempo, pero su efecto será tan transitorio como cualquier droga y volveremos a experimentar los efectos de no atender nuestras auténticas necesidades. Porque al contrario de lo que nos decía el refrán, de la panza no sale la danza del alma.
La alimentación consciente
Ser consciente de la relación entre inteligencia emocional, patrones mentales y la relación con la comida, es clave para poder llevar a cabo una "alimentación consciente".
Una alimentación consciente implica tener conocimientos de nutrición y también sobre ti mismo. Aprender a escuchar tu cuerpo y reconocer tus patrones mentales. Aprender a canalizar bien las emociones y los impulsos. Saber elegir lo que quieres y que esa seguridad, se refleje también en tu alimentación.
Este es el enfoque que planteamos en nuestros talleres de Coaching Nutricional.