El cambio como proceso de transformación

Fernando Ángel Coronado
3 Ago 2018 lectura de 13 minutos
El cambio como proceso  de transformación Recomendado

Estoy convencido de que más de una vez todos nos hemos visto en una situación en la que la vida parece haberse empeñado en que tomemos decisiones, actitudes, comportamientos distintos a los que estábamos acostumbrados. Y, con mayor o menor conciencia, hemos reaccionado frente al cambio con sorpresa cuando parece que éste viene desde “fuera” de nosotros.

Por otra parte, con toda seguridad todos hayamos experimentado el hecho de que teníamos que hacer las cosas de una manera un poco distinta a como hasta entonces habíamos actuado porque la antigua forma ya no era eficaz o sencillamente ya no éramos esa persona que tomamos esas decisiones o que se enfocaba en esa situación de aquella manera. El cambio ha nacido desde dentro. Y con ello, la forma de relacionarnos con el mundo ha experimentado un nuevo revés. Tal vez este cambio, cuando viene desde dentro, sea un poco más llevadero.

Lo que es incuestionable es que el cambio forma parte de la vida y para muchas personas, la capacidad de adaptarse a lo nuevo que ofrecen supone un verdadero quebradero de cabeza. En esta publicación quiero hablarte del cambio como motor de un movimiento más poderoso: el de la transformación.

Es cierto que todo cambio interno favorece la generación de un nuevo escenario de vida porque nos acoge en un nuevo universo de posibilidades que no existía previamente a ese cambio. Sin embargo, quiero referirme a esos cambios que nos movilizan para encontrarnos con un nuevo estado de nosotros mismos. Un cambio que sea sostenible, que perdure, que sea constructivo, que fluya para actualizarnos a medida que la vida avanza y nos ofrece nuevas cosas. Un cambio fructífero no solo en el corto sino también a medio y largo plazo. Un cambio que sirva, que tenga un propósito claro y que tenga vida por sí mismo, retroalimentándonos para vivir en sintonía con lo que la realidad ofrece a cada instante.

La conciencia del cambio

La mejor aliada para el cambio es la conciencia que tengamos sobre él porque nos da también la posibilidad de que el propio cambio tenga un propósito. Y es el propósito del cambio el que nos hace dueños y responsables de él.

Todo cambio empieza precisamente por tener una conciencia de que hay algo en la vida que no cumple nuestras necesidades para ser felices. Reconocer esa irascibilidad, esa incomodidad o esa urgencia por querer resolver la situación que nos perturba nos predispone y nos abre a la posibilidad de iniciar un cambio que nos haga salir de esa situación.

En dicho sentido, escuchar los síntomas que presenta la vida nos da una información valiosa acerca de qué es lo que queremos diferente a lo que estamos viviendo. Y esto nutre de fuerza el propósito. Por eso, cuando nos encontramos en un proceso de cambio quizá nos debamos preguntar si estamos poniendo suficiente énfasis en el propósito del cambio y si nos acerca a nuestro objetivo o si, en su lugar, nos encontramos en un cambio en el que la incertidumbre total tiñe absolutamente todo el proceso y no gestionamos realmente el cambio en ninguna dirección. Y esto no quiere decir que la incertidumbre sea mala ni mucho menos pero sí que el cambio, para que sea nutritivo, debe estar acompañado de una conciencia sobre él.

Escuchar los síntomas que presenta la vida nos da una información valiosa acerca de qué es lo que queremos diferente a lo que estamos viviendo

¿Cuándo resulta poderoso el cambio personal?

En un principio, podrías pensar que más cambiamos cuantas más cosas nos suceden y más aprendemos sobre ello. Sin embargo, hay cambios sutiles que pueden generar una gran transformación en nuestra vida. Por ello, lo importante no es tanto el impacto de la experiencia que vivimos para el cambio, sino que aprendamos a integrar la experiencia en esa parte de nosotros, que activa que nuestro mundo experimente una sacudida que desmonte nuestra realidad tal y como la conocemos. Y desde ahí, nos abramos a la posibilidad de vivir las cosas desde un nuevo ángulo, una nueva perspectiva, un nuevo paradigma. Vivir el duelo de aquella persona que dejamos de ser para renacer en una actualizada y mejorada versión de nosotros mismos acogiéndonos y mimándonos en esa nueva etapa. No olvidemos incluir también a esa parte de nosotros que también nos ha sido realmente útil y nos ha enseñado y facilitado llegar hasta el punto en el que nos encontramos, sin necesidad de reprocharle nada. Desde esa aceptación, el cambio se vuelve transformación.

Los cambios son poderosos en la medida que tenemos una intencionalidad sincera de mejora que nutra el impacto del cambio en nosotros, independientemente de la intensidad de la experiencia.

Los cambios que se buscan desde la falta de compromiso o desde la obligación resultan mucho más arduos de integrar y generalmente pierden fuerza a medida que va pasando el tiempo, mientras que los cambios progresivos, continuos y que nacen desde un interés sincero, tienen muchas más probabilidades de manifestar una nueva realidad en nosotros. Éstos últimos, son los que realmente nos facilitan una transformación sin límites.

Los cambios progresivos, continuos y que nacen desde un interés sincero, tienen muchas más probabilidades de manifestar una nueva realidad en nosotros

Etapas de un proceso de cambio focalizado a la transformación personal

1. ¿Cuál es mi situación actual?

En esta primera etapa es realmente importante saber de qué punto partimos, haciendo un ejercicio de introspección que nos dé información de cómo estamos viviendo la situación actual, y cómo nos enfrentamos a ella. En este sentido, son muy útiles aquellas preguntas y reflexiones que nos dan una visión 360º del universo en el que nos desenvolvemos. Con ello, nos enfocaremos en dibujar un mapa por áreas o partes de nuestra vida que después integraremos, como las piezas individuales de un gran puzzle que, una vez resuelto, le darán un sentido más definido a lo que vivimos y que nos orientará hacia el paso siguiente.

En la etapa inicial, escuchar la necesidad del cambio genera los primeros movimientos internos. Esa comprensión facilita una apertura mayor sobre el sentido del cambio. Debido a ello nos podríamos preguntar:

  • ¿Cuál es el sentido de que esto me incomode o me moleste?
  • ¿Qué mensaje trata de trasmitirme esta sensación de irascibilidad?
  • ¿Esto es algo que persiste en mi vida y me está pidiendo un cambio?
  • ¿Estoy siendo honesto conmigo en esta situación que me incomoda?
  • ¿Podría cambiar algo en relación a este hecho que me sucede?

2. ¿Qué es lo que realmente quiero?

Estamos acostumbrados a saber lo que no queremos, pero ¿y lo que realmente queremos dónde queda? ¿Sabrías decir exactamente qué es lo que quieres en tu vida? De forma exacta, concreta y precisa. Haz la prueba.

Te reto a que una vez hayas completado el mapa de tu situación actual, definas, dibujes o imagines qué te gustaría cambiar y para qué lo quieres conseguir. Es decir, esta es la etapa de fijar el objetivo del cambio. Y los objetivos, cuanto mejor representados estén, más nos facilitarán la visión. En esta etapa, además, podrás chequear tu grado de motivación y compromiso en el cambio en relación a lo que quieres. Te resultará muy interesante comprobar hasta qué punto estás dispuesto a arriesgar, a luchar por aquello que sueñas.

3. ¿Cuáles son mis necesidades en relación a lo que quiero?

¿Qué te falta para empezar a caminar hacia lo que quieres? ¿Qué te impulsaría o te ayudaría en el cambio? ¿Más seguridad, fuerza, confianza, apoyo, aprobación, sensación de merecimiento? Y si te falta, ¿qué es lo que puedes hacer para conseguirlo y darle intensidad y contundencia a tu cambio?

En esta etapa es importante definir acciones para satisfacer tanto necesidades pequeñas como grandes, para generar un cambio sostenible en el tiempo. Al fin y al cabo, si decidimos iniciar un proceso de cambio, pero existen carencias en el plan de acción, lo más probable es que el cambio pierda fuelle en los pasos siguientes y no consigamos una transformación total.

  • ¿Cuál es el primer paso que podría dar para empezar a cambiar esta situación?
  • ¿Qué puedo mejorar en mí para empezar a resolver este problema?
  • ¿Qué necesito para impulsarme en otra dirección en relación a lo que quiero?

4. ¿Qué pienso acerca de lo que realmente quiero?

En esta etapa es tremendamente interesante y necesario revisar aquellas creencias, tanto conscientes como a nivel subconsciente, que nos apoyan y que nos limitan a la hora de generar el cambio en nosotros y en nuestra vida.

Un ejemplo: Si quieres tener más éxito en tu trabajo, pero tienes creencias relacionadas con que la gente exitosa es engreída o arrogante y no quieres ser así, posiblemente tus creencias supongan un freno para conseguir tu objetivo y el cambio no se dé, a no ser que transformes tus creencias y empieces a mirar las consecuencias de ese cambio que buscas de una forma diferente.

En los procesos de cambio, ésta es una fase en la que te recomiendo que explores profundamente la información guardada a nivel interno, ya que te dará una visión clara acerca de tus auto-sabotajes y programaciones limitantes. Muchas de esas creencias son mecanismos de pensamiento que crean la base de cómo generas tu realidad.

De manera paralela también encontrarás creencias y pensamientos que te impulsan a ir en esa dirección. Identifícalas, chequéalas y haz una lista con todas ellas para completar tu mapa.

5. ¿Qué siento sobre lo que realmente quiero?

Esta parte requiere también un ejercicio de reflexión acerca de cuáles son las verdaderas motivaciones por las cuales deseamos ese cambio en nuestras vidas.

Muchas veces sentimos la necesidad de cambiar, pero siempre hay que preguntarse ¿cuál es el verdadero impulso de ese cambio? Es decir, ¿por qué sentimos que necesitamos lo que queremos? De igual manera podríamos preguntarnos, ¿cuál es el impulso que me lleva a conseguir lo que quiero? Estas dos preguntas nos dan pistas acerca de si el movimiento de cambio que estamos haciendo es verdadero en nosotros, es decir, si es honesto y vibra con nosotros o, si por el contrario, estamos cambiando para satisfacer las necesidades/ expectativas de alguien o para cumplir algo ajeno a nosotros.

El termómetro de la calidad del cambio siempre se encuentra en el sentir.

6. ¿Con qué recursos cuento para realizar el movimiento de cambio?

Los procesos de cambio son un poco más sencillos de transitar si contamos con gente que nos anima, que tiene fe en nosotros, que nos echan una mano en nuestra propia transformación. Por eso es importante también tener en consideración medir de una u otra manera la facilidad/ dificultad con la que nos enfrentamos en el propio proceso de cambio.

Aquí también entra el análisis del tiempo que podemos invertir para trabajar para nuestro propio cambio, si contamos con recursos económicos para ello en caso de que lo necesitemos, o si contamos con la formación adecuada o profesionales que pueden ayudarnos a focalizarnos en el cambio.

7. ¿Qué acciones llevo a cabo para alcanzar lo que quiero?

Llegados a esta fase dejamos de lado la introspección pura y dura y nos ponemos a trabajar, tanto sobre el papel y sobre el propio cambio. Deberemos tener en consideración que la estrategia es algo clave dentro de un proceso de cambio, si queremos alcanzar la excelencia en nuestra propia transformación en relación al objetivo que nos hemos marcado.

En esta fase hay un punto crítico que es importante tener en cuenta. Una vez nos lancemos a conquistar el objetivo, deberemos asumir que dejaremos de ser la persona que inicia ese plan de acción y que, al empezar a tomar las primeras decisiones, acciones, movimientos, empezaremos a dinamizar nuestra energía personal de una manera diferente, y es muy posible que desde el principio observemos que todo fluye de una forma distinta.

Miramos, entendemos, percibimos, escuchamos las señales de forma distinta. Nos relacionamos, hablamos con los demás de una manera diferente. ¿Qué ha pasado entonces? Precisamente que el cambio no empieza en esta fase sino en el momento que decidiste iniciar el cambio. Tu cerebro, tal y como explica la Neurociencia, ya empezó a programarse de otra manera para conseguir tu objetivo. Es decir, la dinámica de cambio te envolvió en el momento en que decidiste sumergirte en la primera fase y permitirte ver tu realidad con objetividad, para predisponerte posteriormente a materializar un cambio en ti, para manifestar una nueva realidad, una nueva vida.

8. ¿Qué he logrado?

Siempre recomiendo que, en todo proceso de cambio, tengamos siempre claro un horizonte temporal establecido (con cierta flexibilidad) para poder medir el impacto de las acciones llevadas a cabo. Desde el punto de vista del coaching y la metodología de establecimiento de objetivos SMART, éstos deben ser específicos, alcanzables, realistas, en tiempo y medibles. Es decir, hay que cuantificar de una u otra manera a qué nos ha llevado el cambio y si hemos cumplido con el objetivo en el proceso de transformación.

Existen muchas formas de medir el impacto del cambio para cumplir los objetivos, y todas ellas nos ayudan a monitorizar la forma en la que se van desarrollando las acciones durante el proceso. Esto no solamente hay que tenerlo en cuenta al final del recorrido sino durante todo el mismo, pero sí es importante en esta etapa hacer una valoración, ya no únicamente de si hemos llegado al objetivo o no, sino cómo hemos transitado en el cambio y lo que hemos aprendido durante todo el recorrido.

El establecimiento de conclusiones nos hará más conscientes de todo ello, así como nos facilitará una mayor visión acerca de cómo el cambio ha sido lo suficientemente poderoso como para acercarnos a nuestros objetivos y sueños.

Infográfico sobre las etapas de un proceso de cambio focalizado a la transformación personal


Todo es posible

Vivir en este Universo es un privilegio porque no hay nada que no se pueda llegar a conseguir. Los factores para ello son: actitud, predisposición al cambio, compromiso, fuerza y foco sobre aquello que realmente deseas.

Te aseguro y te garantizo que, si quieres, puedes. Que si crees en ti, puedes. Que si sabes potenciar todo lo anterior de una manera adecuada y alinearlos con tu objetivo, lo conseguirás. No me cabe la menor duda. Ahora, te toca a ti ponerte con ello.

Estoy convencido de que, si sientes que tus objetivos merecen la pena, te fidelizarás a permitirte que todo fluya de una manera diferente en tu vida, tomando aquello que te ofrece tu verdadera transformación.