Me parece muy interesante tu aportación,Andrea.
En el primer ejemplo que propones, el del parque, creo que la niña puede aceptar la mentira porque de hecho sería posible que el parque tuviera un horario y lo cerraran.
Si realmente la niña es tan conflictiva como dices y de esa manera la madre zanja el asunto y evita mas "guerra", no lo veo perjudicial.Si de mayor la niña cae en la cuenta de que el parque no se cerraba, tiene la oportunidad de planteárselo a la madre y que entonces ésta le conteste con la verdad: "te contestaba eso porque eras tan cabezota y tan irracional que no podía razonar contigo por las buenas y ya estaba cansada de guerrear".Esta verdad le va a servir a la niña porque refleja la situación real de la relación entre la madre y ella.
Ahora, el tema de los divorcios: tal como tú apuntas ahí me parece absolutamente necesario una verdad en mayúsculas desde el primer momento.Los niños sufren mucho en esos procesos, y si se les mantiene en un estado de espera indefinida, de indecisiones, viven en una agonía continuada que se agrava por momentos.
En cuanto los padres tengan la decisión tomada y esté clara, hay que explicarles la realidad de la situación, eso sí, con el mayor grado de empatía posible hacia el niño.Entonces ya sabe a qué atenerse, y puede empezar a asimilar la situación.
Una mentira de este tipo sí genera desconfianza del niño hacia los padres, y luego cuesta mucho restituirla.
Además, como bien habéis dicho ya, los niños no son tontos, y captan al instante la falta de sinceridad. A mi parecer, es una de las cosas que más les irrita y les enfrenta a los adultos.Los niños no soportan la mentira y no respetarán ni confiarán en un adulto al que han catalogado como con "falta de honestidad".Con actitudes falsas, el adulto pierde ante el niño toda su autoridad moral, así que, para intentar evitar un problema se crea otro de mayor envergadura.
Saludos