Cómo mejorar la relación de pareja
Empezamos una relación de pareja con mucha ilusión, con esas mariposas en el estómago cada vez que pensamos en la persona amada, con muchas ganas de pasar tiempo juntos. Pensamos que hemos encontrado nuestra media naranja y que estaremos juntos toda la vida.
Pero, a menudo, con el paso del tiempo, la relación se va enfriando. Entramos en la rutina, con nuestras obligaciones, el trabajo, los hijos, las facturas... Y de repente empiezan los desencuentros, nos damos cuenta de que hay ciertos aspectos de la personalidad o determinados comportamientos de nuestra pareja que no nos gustan o que incluso odiamos.
Aquella persona, con la que pensábamos compartir nuestra vida, ahora tenemos la sensación de que ha cambiado y se instala el desamor y las discusiones. Llegados a este punto, de nosotros depende convertir esta situación en una crisis de pareja que nos lleve a la ruptura o en una oportunidad para crecer juntos y madurar como pareja.
En Análisis Transaccional, se considera que la pareja se sustenta en tres pilares:
- El enamoramiento que es la pasión, la atracción que siento por la otra persona.
- La intimidad entendida como el espacio donde los miembros de la pareja se sienten seguros porque pueden mostrarse tal y como son sin sentirse juzgados ni criticados. La intimidad implica complicidad, comunicación, amistad, vínculos emocionales, vivencias compartidas,...
- El compromiso que nos lleva a tener un proyecto de vida en común, a vivir juntos, formar una familia, comprar una casa, hacer planes de futuro,...
El enamoramiento con esas mariposas en el estómago no puede sustentar por si solo una relación de pareja porque en esta fase no vemos a la persona tal y como es, sino que la idealizamos y nos construimos una imagen mental de cómo nos gustaría a nosotros que fuera nuestra pareja. Pero esta imagen idealizada no puede sustentarse en el tiempo porque la convivencia y las situaciones del día a día hacen que acaben manifestándose las diferentes personalidades, opiniones, necesidades e intereses.
Por ello,
Para que una pareja sea estable y satisfactoria, tiene que superar esa primera fase de enamoramiento, fomentando la intimidad y el compromiso.
Consejos para mejorar la relación de pareja
1. Acepta a tu pareja tal y como es.
Cada persona es distinta y tiene sus propias opiniones, gustos, preferencias, intereses, sentimientos,... Aceptar a tu pareja es reconocer su individualidad y permitir que sea ella misma en todo momento.
Ser pareja no quiere decir que penséis o queráis lo mismo. De hecho, las diferencias son lo que nos permite enriquecernos y crecer como personas y como pareja.
2. Respeta a tu pareja.
Muchas crisis de pareja empiezan porque no hay respeto, porque uno de los miembros de la pareja o ambos se critican o hablan mal del otro delante de amigos o familiares.
También puede darse el caso de que uno de los dos intente imponer sus gustos y opiniones o intente cambiar la manera de ser del otro, con lo que la pareja no se siente reconocida ni querida.
El respeto tiene que ver con la aceptación del otro como persona, con valorar sus intereses, opiniones, sentimientos y necesidades.
3. Sé amigo de tu pareja.
Hemos dicho que la intimidad es un pilar fundamental para el futuro de la pareja.
Es importante pasar tiempo juntos, compartir experiencias, divertirse y disfrutar de nuestra pareja.
Asimismo, es necesario tenerse confianza y contarse las cosas, tanto las buenas como las malas.
De esta manera, la pareja estrechará los vínculos emocionales y se sentirà más unida.
4. Cuidar la relación de pareja.
Aunque pasen los años, no podemos dejar que la rutina nos pase factura. Tenemos que mantenir viva la chispa que sentiamos al principio de la relación.
No demos por sentado el amor, tenemos que decirle a nuestra pareja que la queremos y hacerle sentir que es importante con nosotros. Podemos sorprenderla con unos bombones o con un paseo por la playa.
Tenemos que dedicar tiempo a la pareja, haciendo una escapada de fin de semana o realizando actividades juntos que nos gusten.
5. No normalizar las discusiones.
La convivencia y los problemas del día a día siempre traen roces y pequeñas discusiones que se tienen que saber gestionar. Debemos aprender a distingir las cosas verdaderamente importantes de las que no lo son.
Hay parejas que normalizan las discusiones y acaban discutiendo por todo, provocando mucha tensión y una escalada de agresividad, faltándose al respeto y viéndose como enemigos. Muchas veces esto pasa porque descargamos nuestros propios problemas o nuestra frustración con nuestra pareja porque es la persona con la que tenemos confianza y al no poder gritarle a nuestro jefe o a la persona con la que hemos tenido el encontronazo, descargamos nuestra rabia en casa.
Tenemos que aprender a distinguir las batallas, no podemos llevarnos los problemas y tensiones a casa. Si que podemos desahogarnos y explicarle a nuestra pareja lo que nos sucede y lo mal que nos sentimos pero no le tenemos que hacer pagar nuestro malhumor.